¡No todo está perdido!

Desde la ventana del aeropuerto de Newark veo un gran 787 Dreamliner de United. No es el que me llevará a Guadalajara – donde voy para un seminario internacional de la Escuela de Evangelización de San Andrés –, pero admito que en este Día de la Tierra siento cierta intranquilidad.

¿Cuántos gases de efecto invernadero producirá este viaje? Algunas aerolíneas y páginas web de viajes llevan tiempo aconsejándonos qué vuelos dejan una menor huella de carbono, dando a los consumidores la opción de una elección más “verde”. ¿Será para tranquilizar su conciencia? En un mundo que se ha convertido cada vez más en una aldea global, ¿tenemos la opción de no viajar? ¿Qué podemos hacer para lograr un cambio real?

Nos enfrentamos a un mundo cambiante. Las noticias de los últimos días no son motivo de celebración. Ayer, la Organización Meteorológica Mundial reveló en su último informe que nada puede detener el deshielo de los glaciares; la consecuencia será una subida del nivel del mar y la catástrofe prevista para tantas poblaciones vulnerables. Casi una cuarta parte de la población mundial vive cerca del mar y será la primera en sufrir las dramáticas consecuencias de este fenómeno.

El mismo informe anunciaba que los últimos ocho años (2015-2022) han sido los más cálidos jamás observados. El calentamiento global es, por tanto, una realidad científicamente demostrada… ¡y se debe principalmente a la actividad humana!

Desde hace años, los expertos nos dicen que debemos limitar el calentamiento a +1,5°C respecto a los niveles preindustriales; el Acuerdo de París fijó este objetivo en +2°C para finales de siglo. Por desgracia, ¡todo indica que posiblemente se alcance en 2026!

Laudato sì, un desafío más actual que nunca.

Hace ocho años, el Papa Francisco interpeló a la Iglesia y al mundo con una encíclica que conviene leer y releer: Laudato sì. Este documento no ha perdido nada de su actualidad; al contrario, es más urgente que nunca conocerlo y discernir qué acciones están a nuestro alcance para poner de nuestra parte para salvaguardar la casa común. El Papa deja claro que los primeros en pagar la factura de esta debacle ecológica son los pobres. Siempre son los pobres los que pagan la factura de los ricos…

El último capítulo de esta encíclica es particularmente desafiante. Nos llama a un profundo cambio de cultura y a opciones éticas y prácticas que podrían marcar realmente la diferencia… al menos en nuestras vidas. Quizá sea éste el precio que haga posible la «regeneración» de nuestro mundo. Les invito a leer y releer este texto: https://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20150524_enciclica-laudato-si.html  Hay una invitación a redescubrir la maravilla del Dios Creador: “Vio Dios todo lo que había hecho. Era muy bueno” (Génesis 1,31).

Las palabras del Papa Francisco son inspiradoras: “No todo está perdido, porque los seres humanos, capaces de degradarse hasta el extremo, también pueden sobreponerse, volver a optar por el bien y regenerarse (…).Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social. Es lo que ocurre cuando los movimientos de consumidores logran que dejen de adquirirse ciertos productos y así se vuelven efectivos para modificar el comportamiento de las empresas, forzándolas a considerar el impacto ambiental y los patrones de producción. Es un hecho que, cuando los hábitos de la sociedad afectan el rédito de las empresas, estas se ven presionadas a producir de otra manera” (Laudato sì, 205-206).

Cuando miro a las generaciones más jóvenes que intentan por todos los medios poner de su parte por un mundo nuevo, la esperanza está presente. Creen en un mundo diferente, más justo, más equitativo y más solidario. Pienso en Elisabeth, que pone su granito de arena para lograr el residuo cero. ¡Con tres niños, qué desafío!

Me quito el sombrero también ante las personas mayores que cambian sus hábitos y quieren contribuir a un cambio en la sociedad. A veces es tan sencillo como acostumbrarse a reciclar o adoptar una botella de agua en lugar de utilizar más botellas de plástico. Porque ¡todo granito de arena ayuda! No todo está perdido… ¡pero depende de cada uno de nosotros poner de nuestra parte por la casa común! Es urgente… ¡antes de que la casa común sea destruida por nuestros deseos egoístas y nuestra falta de visión! ¿Y qué haré yo en este Día de la Tierra?

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