El padre Henri Roy es una figura emblemática que dejó su huella en la vida de la Iglesia y de la sociedad quebequense del siglo XX. Aún hoy, sigue siendo una fuente de inspiración para todos los miembros del Instituto Secular Pío X y para las numerosas personas que han encontrado a Jesús a través de los diversos apostolados organizados por nuestra Familia Apostólica.
Ya sea a través de La Rencontre o del contacto personal de los miembros, por el trabajo apostólico de La Maison du Renouveau o de nuestra discreta presencia en el mercado laboral, por medio de las Éditions le Renouveau y la Guía de lectura de la Biblia o de un servicio amoroso a las personas más pobres que encontramos a diario, ¡hay miles, cientos de miles, millones de hombres y mujeres que han abierto su corazón a Jesús para recibir la salvación y saborear la felicidad verdadera y duradera! Porque éste es el sueño de Dios: que todos sus hijos alcancen la felicidad eterna.
Fue con esta noción de felicidad con la que el padre Henri conquistó a los primeros miembros de “la Familia”. El 11 de noviembre de 1939, en la sala Santa Cecilia de la parroquia San Agustín de Manchester, New Hampshire, en Estados Unidos, el joven padre Oblato de María Inmaculada, recién llegado de Canadá, reúne a un grupo de jóvenes. Dinámico, ardiente, encantador, subido sobre un banco con el pie sobre el piano, mira a estos jóvenes directamente a los ojos. “¿Quieren ser felices?”, les interpela. Basta una simple pregunta para que los jóvenes se dejen seducir y se embarquen en la loca aventura de entregarse totalmente a Dios. ¡No hay vuelta atrás!
El 16 de junio de 2025, dentro de exactamente un año, celebraremos el 60º aniversario de la entrada del padre Henri en la Ciudad Habitable. Por ello, con el acuerdo unánime de los miembros del Consejo General, declaro un “Año jubilar Padre Henri”. Este año jubilar comienza hoy, 16 de junio de 2024, y terminará el 8 de septiembre de 2025.
Este «Año jubilar Padre Henri» es una invitación a todos los miembros a redescubrir la espiritualidad de nuestro fundador y a ver cómo ésta sigue actualizándose en nuestro compromiso. Llegué hace unos días de una visita a la región de Guatemala. Como en cada una de mis visitas a las regiones donde nuestra Familia ha echado raíces en los últimos años, salí conmovido y abrumado al ver a nuestros miembros y candidatos compartir conmigo su experiencia del padre Henri. Sin embargo, nunca le conocieron en vida; la mayoría de ellos ni siquiera conocieron a ninguno de los miembros iniciadores, ni a los de la primera o segunda generación. Y, no obstante, han recibido una gracia interior para «conocer» al padre Henri y vivir «en espíritu y en verdad» (Jn 4, 24) el carisma, la espiritualidad y la misión del Instituto Secular Pío X.
«Vivimos una época de crisis y trastornos. Parecen vacilar los cimientos de la sociedad entera y todo es confusión y conflicto. Gran número de hombres, aún en países que se dicen cristianos, ya no aceptan los conceptos absolutos del bien y del mal y conforman su vida a normas siempre cambiantes, basadas en el solo capricho del momento o en apetitos egoístas.» Estas palabras fueron publicadas en 1959 en la introducción a las Constituciones del Instituto Secular Pío X en el momento de su aprobación canónica. ¡Hoy siguen tan actuales como entonces!
A lo largo de los próximos meses, los miembros del Consejo general y y los responsables de las regiones les propondrán una serie de actividades y de pistas de reflexión para profundizar en la persona, la espiritualidad, la mística y el don espiritual del padre Henri. Será un año en el que no miraremos al pasado para idealizar al padre Henri, sino que miraremos al futuro para vivir más intensamente, hoy y mañana, la misión que se nos ha confiado. El genio del padre Henri sigue siendo una gran fuente espiritual que puede saciar no sólo nuestra sed de infinito, sino también la de muchos de nuestros seres queridos y contemporáneos.
Por eso hoy, en este «Año jubilar Padre Henri», estamos llamados a repetir nuestro «sí» pleno y total para «conocer, amar y servir a Cristo, para hacerlo conocer, amar y servir» por todos nuestros hermanos y hermanas que cruzan nuestro camino cada día. Que el padre Henri nos guíe hoy y todos los días de este año jubilar hacia el gran encuentro con Jesús. Que sea el «querido Él», como le llamaba el padre Henri, quien guíe nuestros pasos hacia una mayor fidelidad y generosidad para «renovar todo en Cristo».
Dado en la ciudad de Quebec, el 16 de junio de 2024, en el 59º aniversario del encielamiento del padre Henri Roy.